Conservación

Las aves y la afición a observarlas han sido el punto de partida de la mayor parte de las principales iniciativas y organizaciones de conservación de la Naturaleza. ¿Cómo quedarse de brazos cruzados cuando nos topamos con amenazas que ponen en peligro al objeto de nuestros desvelos: tanto las aves como los paisajes que habitan? Aunque sólo sea por devolverles en parte las satisfacciones que nos dan. Por eso, promover la observación de aves sigue siendo una buena forma de difundir la necesidad de implicarse en la conservación de la Naturaleza.

Lo mejor es que echar una mano en la conservación está al alcance de todos, como indicamos en el Código ético del observador de aves. Para empezar, hemos de procurar evitar los efectos negativos para las aves y sus hábitats que puede provocar nuestra propia actividad como observadores de aves. El plantearse esto ya es un avance importante. Además, existen toda una serie de pequeñas acciones muy efectivas que podemos realizar también a título personal, que entresacamos aquí del Código ético por la importancia de tenerlas en cuenta:
  • Comunicar a asociaciones conservacionistas o a las autoridades las afecciones a las aves y sus hábitats (principalmente en el caso de especies amenazadas) detectadas durante las salidas de observación.
  • Hacerse miembro del al menos una asociación conservacionista y/o de defensa de las aves que consideremos que cumple bien con sus fines. Apoyarla cuanto sea posible.
  • Participar en censos y programas de seguimiento de aves, para contribuir a conocer mejor su situación y sus necesidades de conservación.
  • Pequeñas acciones domésticas como cortar siempre los aros de plástico que unen las latas de refrescos y cerveza, o procurar reducir la producción de basura, pueden marcar la diferencia.
  • Si tienes gato, recuerda que evitar que campee libremente por el exterior puede evitar muchas muertes de aves, incluidas puestas y polladas, y muchos otros pequeños vertebrados. En Norteamérica se ha calculado que son millones las aves silvestres que mueren cada año en las garras de los aparentemente inofensivos gatos domésticos durante sus andanzas. Aquí ni se ha estudiado.
  • Plantearnos nuestros hábitos de consumo puede hacer mucho por la conservación de las aves y sus hábitats: desde pedir siempre botellas de vino que usen corcho natural para mantener los alcornocales, hasta evitar el aceite de palma para frenar la destrucción de selvas tropicales para la plantación de palma. También es buena idea plantearse la reducción y compensación de las emisiones de CO2 que producimos con el desplazamiento en vehículos a motor y el consumo eléctrico.
  • Difundir y dar a conocer estas recomendaciones entre los observadores de aves y otros amigos y conocidos.
De ahí en más seguro que se te ocurren muchas más posibilidades, desde crear pequeños refugios para las aves silvestres instalando comederos y baños, o colocar cajas-nido, hasta emprender campañas de conservación de mayor o menor envergadura,  gestión de reservas privadas, peticiones de creación de nuevos espacios protegidos, etc.

Hay tantas opciones entre las que elegir, y tan fáciles de cumplir muchas de ellas, que todo observador de aves, por mucho que le tiente el dedicarse exclusivamente a disfrutar y ver aves, debería hacer al menos su pequeño aporte a la conservación.